jueves, 10 de febrero de 2011

Narradores no

   Desde hace tiempo leo y escucho en muchos lugares asimilar la palabra narrador al concepto "escritor de relatos y novelas" (véase ejemplo al principio de esta noticia). Pero no me convence ni me parece exacto. Por un lado, ¿qué profesión es la de narrador? Si uno cuenta historias y vive de ello ¿no es un escritor, un actor, un juglar, un cuentacuentos? Por otro (y aquí viene mi lado filólogo), ¿cómo llamamos a la voz que nos cuenta la historia de un relato o una novela? ¿Para qué perder esta importante precisión de la palabra?
   Creo, de todas formas, que, aunque este uso se esté extendiendo en el periodismo y la propia crítica literaria, todo viene de una cuestión de mercadotecnia: puede resultar beneficioso crear una marca en torno a un autor determinado que, bien publicitado, garantiza un éxito por entregas y la existencia de un grupo suficientemente amplio de seguidores que no van a exigir novedades sino la repetición cíclica de lo que les ha gustado. Esa es la única cualidad de una marca: la seguridad, la garantía. Por eso calificar de narrador a un autor literario es, en gran medida, restrictivo. Supone la confusión de la persona y sus voces, en plural.  Y le resta mérito. Porque si su literatura tiene algún valor será que ha conseguido crear al menos un buen número de voces ficticias pero creíbles, coherentes, emocionantes..., en fin, estéticamente válidas.
   Es evidente que cualquier autor tiene un estilo, de hecho trabaja mucho para conseguir en ese estilo la pizca de originalidad que puede dar valor a sus obras. Pero eso no significa que ese estilo no cambie entre una obra y otra ni que, especialmente en la narrativa y, por qué no, incluso en poesía un mismo autor sea el responsable de varias voces. De hecho, mi gusto personal me inclina a apreciar especialmente a quienes son capaces de engatusarme con artes y técnicas variadas, quienes no repiten el mismo truco.
   Admiro a Pessoa, Dylan y Kubrick por esta misma habilidad y hace años descubrí otra literatura argentina gracias a Puig y su narrador frecuentemente desaparecido entre los personajes. Me gustaría comentar, sin embargo, un caso que destaca en este sentido: Rafael Reig. Solo he leído dos de sus novelas en  los últimos años, Autobiografía de Marilyn Monroe y Manual de literatura para caníbales, y espero poder encontrar más novelas suyas antes de la publicación de la última, ganadora del Premio Tusquets, cosa que de momento veo difícil. De esas dos novelas me han sorprendido un par de genialidades:
  • la creación de la Marilyn narradora que monologa ante un psiquiatra sobre las escenas de su vida con una naturalidad y credibilidad pasmosas (¿hubiera sido mejor que lo contara ella de verdad?);
  • y la gigantesca parodia de toda la historia contemporánea de la literatura patria contada precisamente por un narrador epigonal y socarrón.
Rafael Reig
   Ese talento no es tan fácil de encontrar como parece, así que brindemos por quienes son algo más que un simple narrador.
   Y de regalo una teoría irrebatible de la composición literaria:

   "Mire usted, yo no escribo un poema para decir una cosa en lugar de otra. Eso me parece una simpleza. Yo escribo exactamente lo que quiero decir y eso es lo que significa. Si significara otra cosa, habría escrito otra cosa, ¿comprende lo que le digo? Si he escrito eso es porque, para decir lo que significa, no hay otras palabras que no sean las que he utilizado. Bueno, a lo mejor las hay, claro que sí, pero yo no he sabido encontrarlas. Eso es culpa mía, por supuesto, y ahí es donde está la diferencia entre un poema bueno y otro malo".   
Marilyn en Autobiografía de Marilyn Monroe, de Rafael Reig

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...