sábado, 8 de octubre de 2011

La angustia del recuerdo y la paradoja de la literatura

   Todo el mundo ha tenido conciencia alguna vez de cómo cada momento se convierte inmediatamente en pasado. Comprobar las verdaderas consecuencias del tiempo es un ejercicio que destroza la ingenuidad infantil y lo coloca a uno, por primera vez, ante sus auténticas dimensiones. Suena mejor así:
"Pensaba en Germán, el Tiñoso, y pensaba en él mismo, en los nuevos rumbos que a su vida imprimían las circunstancias. Le dolía que los hechos pasasen con esa facilidad a ser recuerdos; notar la sensación de que nada, nada de lo pasado, podría reproducirse. Era aquella una situación angustiosa de dependencia y sujeción. Le ponía nervioso la imposibilidad de dar marcha atrás en el reloj del tiempo y resignarse a saber que nadie volvería a hablarle, con la precisión y el conocimiento con que el Tiñoso lo hacía, de los rendajos y las perdices y los martnes pescadores y las pollas de agua. Había de avenirse a no volver a oír jamás la voz de Germán, el Tiñoso; a admitir como un suceso vulgar y cotidiano que los huesos del Tiñoso se transformasen en cenizas junto a los huesos de un tordo; que los gusanos agujereasen ambos cuerpos simultáneamente, sin predilecciones ni postergaciones."
Miguel Delibes, El camino

   He leído hace poco el ensayo de Damián Tabarovsky, Literatura de izquierda, y reconozco coincidencias e intereses en sus comentarios sobre el conservadurismo en la literatura actual, contra el realismo tal cual entendido, contra las ideas preconcebidas de lo que es una buena obra. Sin embargo, leer un párrafo como este y, sobre todo, emocionarse con él, hunde cualquier teorización. Porque en esta novela nada pretende ir más allá, todo parece demasiado fácil.
   Y la literatura no puede ser algo tan simple como acertarle de pleno a una sensación. O a lo mejor sí. Tal vez solo exista como paradoja, en una situación incomodísima, en la que debe hacer parecer que el acierto es posible. Y esta tierna habilidad solo la poseen ciertos tipos grises con poderes misteriosos, cosmopaletos que de repente te hacen sentir y recordar cuándo te ocurrió exactamente lo mismo que a Daniel, el Mochuelo.


  

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