domingo, 13 de noviembre de 2011

PP, PSOE, Madrid, Barça

"El tiempo está a favor de los pequeños"
Silvio Rodríguez

   La política cada vez se parece más al fútbol. Aquella ha perdido toda capacidad de acción y transformación y se ha acabado convirtiendo en la mera gestión del sistema único, en el que se simula el enfrentamiento como en tiempos de Cánovas. Pura ficción con un solo propósito: desviar la atención. Un trampantojo sobre la fachada de la casa medio derruida de las sociedades actuales.

   El fútbol, por su parte, ha perdido su carácter de juego y casi de deporte porque, como en muchos otros, importa básicamente el dinero. Esta situación se ve agravada en España, ya que el sistema de gestión de los clubes se basa en el capital y el capital solo lo tienen dos. Evidentemente hay una consecuencia: es como si no hubiera competición, igual que se restringen hasta el mínimo las posibilidades de cambio real o de intervención de la ciudadanía en unas elecciones como las del próximo domingo. El poder solo es de dos y ambos mantendrán el status quo mientras les beneficie. Lo suyo carece de mérito.
   El fútbol y la política actuales son injustos, aunque, por supuesto, más grave lo es en el caso de la política, mucho más importante, mucho más desvirtuada e impotente más allá de las pequeñas pero crecientes muestras de cambio reflejadas en las movilizaciones de todo tipo organizadas en el último año desde fuera del sistema.
   La esperanza de un cambio político y social está ahora mismo ahí, en esos pequeños equipos amateur que representan mucho mejor las ideas que el resto. Lo poco que de hermoso le queda al fútbol lo ponen los equipos que saben que les va a ser casi imposible ganar, pero que juegan como si no fuera así.
   Nunca he votado a PP ni PSOE ni he animado a (torcido por) Madrid o Barça, así que sé de lo que hablo. Mi equipo, más que probablemente, nunca ganará un campeonato, pero alguna vez dinamitará las reglas y las costumbres adquiridas. Merecerá la pena acordarse de ello, como sobreviven mucho mejor en mi memoria las victorias contra pronóstico y los resultados imposibles a priori.
   En un futuro nadie recordará cuántas ligas ganaron el Barça o el Madrid en los 90, pero sí que el Atleti ganó una. ¿Y cuando Uruguay ganó a Brasil en Río en 1950, cuando el Numancia eliminó a dos equipos de primera en la copa y empató con el Barça, cuando el Valladolid goleó al Barça 3-1 y el Alcorcón al Madrid 4-0, cuando Italia ganó la semifinal de la Eurocopa a Holanda jugando 100 minutos con uno menos, cuando el Liverpool ganó la copa de Europa al Milan perdiendo 3-0, cuando Jamaica ganó su único partido en un mundial a Japón?
    Es triste, pero hasta en el aburrido panorama actual del fútbol hay más posibilidades de sorpresa que en las elecciones. Ahora, cada día hay muchos otros partidos por jugar, imprescindibles para tumbar a los grandes.


1 comentario:

  1. Me gusta mucho tu reflexión. Que vergüenza me da cada vez que veo que solo apostamos a los grandes....

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