miércoles, 1 de febrero de 2012

Sin esperanza, con convencimiento

   Creo que este título del poemario de Ángel González explica bastante bien la situación. Ha pasado un año  desde que este blog se abrió y, desde luego, han ocurrido muchas cosas. Nada buenas, la mayoría. Los golpes recibidos han trastocado su conciencia. Así que lo que iban a ser más bien apuntes sobre la literatura y sus alrededores se ha transformado mayoritariamente en un conjunto de críticas y artículos sobre el presente.
   Pero ha resultado imposible superponer lecturas interesantes a la urgencia de los gritos. ¿Cómo dedicar el tiempo a compartir mis impresiones sobre Watchmen, Aire nuestro, Luces al atardecer o la poesía de Nicanor Parra cuando es tan necesario aventar las miserias? 
   Cuento lo que veo, sobre todo lo que me parece injusto. Algo así les ha llegado a pasar a otros. Y el viernes dos tipos que tienen un programa de radio a una hora bastante anodina se vieron obligados a hacer lo mismo: rompieron el guión porque no había estómago que soportase cambiar de tema, seguir como si nada, dejar colgadas a las personas que llamaban para compartir su desgracia:


   ¿Oportunismo periodístico? No, sinceramente hay veces que las cosas pasan así. Será por algo. A lo mejor porque la acumulación de esas desgracias precisa ya de una nueva catarsis. Mucha gente llora en sus casas de rabia e impotencia. Y, a veces, se cuela en la radio o en otro lugar. Escuchadlos.
    No. No ha bastado nada de lo sucedido hasta ahora, pues lo peor aún está por venir. No hay  esperanza, pues en todas partes advierten que cada vez menos gente podrá trabajar durante los próximos años. Habrá otros momentos para discutir sobre el trabajo como modelo de relación económica, pero no es eso lo que está destrozando a medio país.
   Así que, ¿cómo no sentir la misma rabia y dejar de lado otros asuntos, como si fueran frívolos?
   Y aun así, siempre aparecen las coincidencias. Como por casualidad. Para bien o para mal desde aquí se ve todo con estas gafas, a través de poemas como este. Tendrá que bastar:
 
El invierno
de lunas anchas y pequeños días
está sobre nosotros. Hace tiempo
yo era niño y nevaba mucho,
mucho. Lo recuerdo
viendo a la tierra negra que reposa,
apenas por el hielo
de un charco iluminada.
Es increíble: pero todo esto
que hoy es tierra dormida bajo el frío,
será mañana, bajo el viento,
trigo.
          Y rojas
amapolas. Y sarmientos…

Sin esperanza:
la tierra de Castilla está esperando
-crecen los ríos-
con convencimiento.
 Ángel González

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