martes, 5 de febrero de 2013

No muerdas la mano que te da de comer

Aunque parézcales a ustedes bobo
las ovejas votaron por el lobo.
(Atribuido a Guillermo Aguirre y Fierro)

   Hace un par de semanas que los medios de los grupos de comunicación más importantes de España empezaron a publicar filtraciones que delatan las prácticas ilegales del Partido Popular. Los dos, curiosamente: El Mundo y El País, que tan diferentes se habían esforzado por parecer. Incluso ha habido una secuela (de menor calibre, eso sí) en La Gaceta, que no quería ser menos. Es raro. Además, seguro que no parará aquí. 
   Y es más raro aún que todos los dedos apunten hacia el mismo sitio, señalen a Rajoy y sus fieles acólitos. ¿Y el resto? ¿Por qué ahora? ¿Qué ha hecho Rajoy que no hubiera hecho ya antes? 
   Para los chicos de La Gaceta está muy claro: no ha hecho una política de derechas y gente de su propio partido está descontenta. Para otros, Bárcenas se está vengando de que aquellos a los que cebó durante años no le hayan hecho un apaño judicial. Puede también que el PP se esté haciendo un 11-M, como dice Isaac Rosa; que haya otros esperando salir a la palestra saltando sobre el presidente de paja con o sin elecciones de por medio; o hasta que la conspiración alcance, no sé.., pongamos a la CIA, la TIA o yo qué sé.
   Toda una intriga palaciega, que, la verdad, no debería preocuparnos demasiado. Porque, llevamos mucho tiempo gritándolo, da igual quién esté en el puesto, pues solo hará lo que le digan los dueños de todo. Entonces, paremos un poco. ¿Cuál es el verdadero problema?
  Sí, vale, esta gente pasó toda la vida cobrando de más: hicieron viajecitos, fumaron puros caros, compraron coches y casas, montaron fiestas... El chascarrillo es fácil, desde luego. Que si mira qué ladrones son, cuánto se llevaban, chorizos, eso sí que era una extra... En este sentido Mariano el pusilánime es un personaje arruinado. Todo se sabrá antes o después, más bien después, cuando pueda pasar desapercibido o, dicho en el escandaloso lenguaje del derecho, cuando haya prescrito. Pero, ¿quién ponía el dinero? ¿de dónde salía? y, sobre todo ¿para qué servía?
   La situación es bochornosa. A los indicios claros de que la relación entre las grandes empresas y los políticos era demasiado amistosa se ha añadido por fin la prueba que faltaba: incluso pagaban sueldos que escamoteaban de sus propios impuestos. 
   Hasta ahora bastaba con saber que al retirarse, y pasados los dos años de rigor, cualquier político mediocre, a ser posible exministro, tenía asegurado un cargo con sueldazo en una empresa. Ya era evidente, de alguna manera, que ese puesto era un pago por los servicios prestados como gobernante a sus intereses privados, como lo es el de Felipe González, Aznar y tantos otros. También lo eran los préstamos de los bancos a los partidos, pues podían condonarse y olvidar los intereses, pero no el trato que se firmaba debajo de la mesa. 
   Sin embargo, era más complicado demostrar (aunque a veces parece tan flagrante) que en realidad todo esto no era más que un soborno sistemático. El capital, para seguir su carrera, necesita a veces saber que las reglas del juego van a coincidir misteriosamente con las que le vienen bien. Ellos, los preclaros gobernantes, que podían engañar a la gente diciendo que esa era la mejor manera de jugar, eran la clave. Así podían dirigir el país sin pasar por los apuros de estar todo el día en la tele, que eso cansa. Pues, dicho y hecho: han conseguido las leyes que querían; los han indultado, perdonado, rescatado...
   No hace falta más que verle la cara a Rajoy para comprobar que él no manda. Lo sospechábamos, pero no puede estar más claro. Se esfuerzan en negar que cobraron para no dimitir, pues podría suponerles una inhabilitación o una multa, la caída ante sus amigos, cierta vergüenza. Pero no se esfuerzan en absoluto en ocultar que los grandes capitalistas controlan los partidos políticos. Es sabido.
   Nada van a hacer para evitarlo. Ni un perro osa morder la mano de quien le da de comer. Ellos, tampoco. Hazte a la idea. Mientras estén ahí, sea quien sea, poco va a cambiar. Tal vez las fotos.


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